He tenido la suerte de que me he quedado con una maravillosa impresión de casi todas las carreras en las que he participado. Es más, ahora sólo puedo pensar en 1 con la que me he quedado con un gusto amargo, porque hasta de carreras en las que quizás ha fallado la organización, o en las que el recorrido no ha sido lo que más me ha gustado, me he quedado con recuerdos maravillosos: si no es la amabilidad de los organizadores o de la gente de los pc's, es el paisaje; si no es el paisaje, es el terreno; si no es el terreno, son los compañeros de ruta. Siempre hay algo.
Quizás por eso el post carrera se me hace agridulce: tengo mil recuerdos y momentos increíbles grabados dentro mío, pero el objetivo ya pasó, ya está... Sufro como de una especie de "síndrome de nido vacío". Además, el cuerpo duele, y aunque no lo hiciera, no conviene entrenar fuerte. Hay que ir despacio, dándole tiempo de sanar. En contrapartida, la mente está a mil, sólo quiere más.
Por eso creo que es tan importante tener el siguiente objetivo definido: para tomarnos el descanso necesario, pero sabiendo hacia dónde vamos.