Debo reconocer que hay días en los que me da un poco de fiada salir a correr con lluvia. En general, me pasa en invierno, cuando hace frío. Ojo, la lluvia no es excusa: ¡se entrena igual! Pero si llueve y hace frío, convengamos que la cama, un libro y algo calentito tiran bastante...
En cambio hay días como hoy, en los que suena el despertador, me levanto, miro por la ventana y parece que se viene una tormenta... Y entonces agarro el teléfono y chequeo los tres programas meteorológicos que tengo y, como los tres anuncian lluvia para la tarde, cambio los planes. Reorganizo el día por las ganas de sentir las gotas contra mi piel, la resistencia del agua. A veces me sale bien, y me encanta. Otras, como hoy, el cielo se despeja y queda una tarde clara. Se entrena igual. La lluvia tendrá que esperar.