Sofi Cantilo

En el jardín de #Niño tienen algo que me gusta mucho, que se llama el "healthy snack" (snack saludable). Cada tanto, a un chico distinto le toca llevar algo rico y sano para compartir con sus amigos. Es una buena forma de ir enseñándoles qué cosas son buenas para el cuerpo, e ir acostumbrándolos a picar cosas sanas.
Hoy letocaba a #Niño, y lo hicimos tipo programa: fuimos al súper a comprar las cosas, y después cocinamos unos pochoclos con oliva y queso, y unas cookies dulces súper fáciles. Aquí les dejo la receta:

Unas 16 galletas:
-2 bananas grandes (no negras, pero más bien maduras)
-2 tazas de avena
-2 cucharadas soperas de miel

¿Cómo se hacen? Facilísimo: se pisan bien las bananas con la miel, se agrega la avena. Se mezcla bien. De a cucharadas, se va poniendo la mezcla en una placa de horno (con apenas de spray par que no se peguen), y ¡al fuego! Quince minutos, y están.

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He tenido la suerte de que me he quedado con una maravillosa impresión de casi todas las carreras en las que he participado. Es más, ahora sólo puedo pensar en 1 con la que me he quedado con un gusto amargo, porque hasta de carreras en las que quizás ha fallado la organización, o en las que el recorrido no ha sido lo que más me ha gustado, me he quedado con recuerdos maravillosos: si no es la amabilidad de los organizadores o de la gente de los pc's, es el paisaje; si no es el paisaje, es el terreno; si no es el terreno, son los compañeros de ruta. Siempre hay algo.
Quizás por eso el post carrera se me hace agridulce: tengo mil recuerdos y momentos increíbles grabados dentro mío, pero el objetivo ya pasó, ya está... Sufro como de una especie de "síndrome de nido vacío". Además, el cuerpo duele, y aunque no lo hiciera, no conviene entrenar fuerte. Hay que ir despacio, dándole tiempo de sanar. En contrapartida, la mente está a mil, sólo quiere más.
Por eso creo que es tan importante tener el siguiente objetivo definido: para tomarnos el descanso necesario, pero sabiendo hacia dónde vamos.

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   Debo reconocer que hay días en los que me da un poco de fiada salir a correr con lluvia. En general, me pasa en invierno, cuando hace frío. Ojo, la lluvia no es excusa: ¡se entrena igual! Pero si llueve y hace frío, convengamos que la cama, un libro y algo calentito tiran bastante...
   En cambio hay días como hoy, en los que suena el despertador, me levanto, miro por la ventana y parece que se viene una tormenta... Y entonces agarro el teléfono y chequeo los tres programas meteorológicos que tengo y, como los tres anuncian lluvia para la tarde, cambio los planes. Reorganizo el día por las ganas de sentir las gotas contra mi piel, la resistencia del agua. A veces me sale bien, y me encanta. Otras, como hoy, el cielo se despeja y queda una tarde clara. Se entrena igual. La lluvia tendrá que esperar.
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