Sofi Cantilo


Vengo de un año y medio bravo. Muy difícil desde lo personal y, por supuesto, se reflejó en mi running. Si bien nunca dejé de hacerlo, y correr ha sido un gran espacio de reflexión y conexión para mi, desde mayo del año pasado no logro cumplir con un plan de entrenamiento. ¿A qué me refiero con eso? A que salgo, corro. En general, cumplía con el volumen de kms o de tiempo de entrenamiento, pero no hacía trabajos de calidad ni de velocidad. No me daba la cabeza y, por ende, menos aún el cuerpo.
Cuando surgió el proyecto de los 160k de la Edurance Challenge, me prometí a mí misma que, después de la carrera, arrancaría a full con el plan. Lo cierto es que ya me lo había prometido antes, y nada... Pero esta vez, tuve un incentivo extra: en medio de la Echallenge, llegando a un puesto, me cruzo con un chico que me pregunta si conocía VUT. Por supuesto! Con una sola edición encima, pero exitosísima, ningún fan del ultratrail podía no conocerla. Resulta que era uno de los organizadores, y me invita. Lo cierto es que pensé que era algo de momento. A los días de llegar a Buenos Aires, se contacta otro de los organizadores conmigo. Repite invitación.  Enseguida me piden los datos y me mandan el pasaje. Esa noche, arreglaba con Marcelo Perotti, mi adorado entrenador, el plan. 
Sólo un entrenamiento me separa de la carrera y puedo decir, feliz, que he cumplido con el plan. Después de un año y medio, y encontrándome años luz de donde estaba deportivamente en ese momento, puedo decir que estoy en el camino correcto. No me importa estar lejos, porque ahora sé que voy a llegar. Que se puede volver, siempre, como el Ave Fénix. 
Y no sé qué va a pasar el sábado en la carrera. Pero sé que, para mi, VUT siempre va a ser especial. Los 160k de la Endurance Challenge de Santiago de Chile me prendieron de nuevo, y VUT me devolvió la "mirada del tigre". Impagable.

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